Recuerdos, historias y demases. Las raíces son Francesas, los retoños, Argentinos y los temas: Universales.
lunes, 21 de septiembre de 2015
sábado, 19 de septiembre de 2015
Inimputable
Cuando nuestros viejitos dicen una gran verdad de
esas que nadie se atreve a decir, los más jóvenes solemos disculpar la
incomodidad que generan acotando “es inimputable”.
Me vengo
preguntando si los inimputables lo son porque van perdiendo los filtros entre
la lengua y el cerebro, o si es que se dieron cuenta que no tiene sentido perder tiempo y esfuerzo en
decir las cosas a medias o poner excusas con tal de no quedar mal con los
demás.
No califico (todavía) como vieja inimputable,
pero cualquier sencilla cuenta me da que ya estoy más cerca del arpa que de la
guitarra. Fue justamente mi último cumpleaños que me puso frente al tema,
personificado en el tipo con quien tuve mi última relación.
Creí haber zafado esta vez, pero un par de días
más tarde me mandó un mail pidiendo disculpas por el “olvido imperdonable” y
preguntado qué era de mi vida después de
tanto tiempo …
“tomemos al
menos un café. Avisame. Te mando docenas de besos y un gran feliz cumpleaños
atrasado”.
Uy nooo ¡!! Otra vez sopa ¡!!. Cómo es que este personaje no entiende mis
señales más que claras? Si me llama al teléfono fijo, le contesto que estoy a
punto de salir, si me llama al celular, le digo que no puedo hablar en ese
momento, y me tomo como mínimo un día para contestar sus mails o mensajes.
Semejante tratamiento aplicado a lo largo de varios años, tendría que ser
claro, no? Pues parece que no, y entonces procedo a un autoexamen:
si el tipo
no entiende es que no soy suficientemente clara. No soy suficientemente clara porque no me
atrevo a decirle lo que realmente siento: que si no supiese nada más de él
viviría igual de bien, y que me harta tener que estar a la defensiva para
esquivar besos y abrazos indeseados en las rarísimas ocasiones en las cuales no
he podido evitar un encuentro.
No terminamos mal. Simplemente perdí interés y preferí cortar. No
da para mandarlo al carajo porque no se lo merece, pero … algo tengo que hacer!
Admito con bastante vergüenza que hasta busqué en
Google temas como “qué hacer para que comprenda que se terminó” y todas sus
variantes. No encontré nada que me
ayudara demasiado, y de pronto se me hizo la luz al pensar en “inimputable”.
Me tomé un día para responder (mensaje tácito Nro
1: respuesta tardía evidencia poco interés) y le escribí:
“Pero
Fulano, qué tiene de imperdonable olvidar el cumpleaños de un ex? Te consta que yo no saludo a mis ex en sus cumples. Nunca pensé
que eso estuviera mal.
Mi vida:
linda. Mucho trabajo y muchos viajes. Sin tiempo para charlas ni cafés.
Te
agradezco el saludo”.
Sólo el tiempo dirá si fue suficiente.
El efecto inmediato fue que me sentí muy bien.
domingo, 6 de septiembre de 2015
Holaaaa
“Holaaaaa”, respondió temblorosa la voz de mi Madre cuando la llamé
esta mañana. Acostumbrada a todos sus tonos de voz, no pude evitar decirle
“Vieja, qué te pasa?”. Pregunta inútil si las hay, pero por alguna parte hay
que empezar una conversación …
Entre suspiros y silencios, me llegó una
respuesta entrecortada, teñida de Estoicismo y Profunda Resignación Cristiana:
“no te preocupes por mí … es lo que hay …
qué le vamos a hacer … Domingo … sola … en días como hoy …”
No estaba en mis planes ir a visitarla, pero
tampoco se puede ser tan hija de puta (cero juicio de valor sobre la moral de
la progenitora!), y me apronté a pasar un rato por su casa.
Por lo poco que había dicho - y por lo mucho que
conozco al personaje - iba bastante sorprendida, preguntándome si sería posible
que le estuviera afectando recién ahora la ausencia del viejo.
No habrán
sido el más clásico y tradicional de los matrimonios, pero es cierto que la
sociedad conyugal funcionaba muy bien (bajo su férreo y tradicional precepto de
“lo tuyo es mío y lo mío es mío”), y que desde el punto de vista
social, ella misma lo resumió de forma brillante: “es mucho más chic ser casada o viuda que divorciada”.
Estaba acostada cuando llegué y claramente no
tenía la menor intención de referirse al motivo de su tristeza y desazón: “no pasa nada … hoy me quedo en cama y mañana
ya voy a estar bien”.
Empezamos charlando de las novelas que ella sigue ( me cuesta
demostrar mucho interés porque jamás veo una novela). La cosa se me hizo más sencilla
cuando llegamos al otro tema que nunca falla para alegrarle el día: las
pilchas. Por lo menos, me pude enterar que las vidrieras de Cacharel están
todas hechas en negro y blanco, lo cual nos augura un verano “fácil para usar luto”.
Pasaba el tiempo, su mal estado de ánimo era
evidente; ni por asomo podía llegar a imaginarme la
razón. Temor por su salud? Preocupación por alguna amiga? Malas noticias de
alguien de la familia?
Pasé media mañana entre el aburrimiento y la
frustración. Llegué a fantasear en darme el premio a la Peor Acompañante
Terapéutica, mientras que maldecía mi ausencia de empatía y/o del don de la
adivinación.
Antes de mediodía me liberó ella misma: “andá, no te quedes acá enterrada todo el día
… Disfrutá … vos que podés”.
Me acompañó hasta la puerta. Le di un beso y le
pregunté si estaba segura que iba a estar bien.
“Por supuesto, pero qué porquería que son estos Domingos, sin mucama! Me contaron que en Chile tienen un solo
Domingo libre por mes. No entiendo cómo
sigo viviendo en este país”.
domingo, 30 de agosto de 2015
Las cosas no son como son ...
… sino cómo se las vive!
Soy una de esas personas a quien el
clima le cambia el ánimo: así como me cuesta mucho sentirme bien y hacer acopio
de buen humor cuando llueve o hace frío, así también como el sol y el calor me
hacen andar por la vida con cara de feliz cumpleaños.
Nada sorprendente entonces que este
fin de semana que es un verdadero anticipo de primavera me encuentra enamorada
de la vida y del universo.
Podría haber empezado mal el día
porque no me quedaba café, omisión imperdonable
para todo cafeinómano que se respete. Decidí no flagelarme por tan grave
omisión y más bien obsequiarme un
desayuno de Domingo en el barcito de la esquina de casa.
Cuando iba por la primera medialuna,
se acercó una señora un tanto madura y
antes de sentarse a su mesa me miró y me dijo “perdón por la espalda”. Ante mi
cara de sorpresa aclaró “no es nada personal, me voy a sentar dándole la
espalda porque desde este lado tengo la mejor vista”.
Claramente, todos podemos ubicarnos a
nuestras respectivas mesas como se nos da la gana, pero me pareció tan atento,
tan considerado que tuviera una frase
amable, que reconociera la existencia de otro ser humano al lado de ella, que
me conmovió.
No pude evitar pensar cómo hubiese
sido esta misma escena en la tierra de mis abuelos y me tenté: me imaginaba el
estupor de un Frencho pensando “para qué me habla esta mujer, si yo no la
conozco”.
Vuelvo a casa; tengo un par de horas
antes de volver a salir. Ya lavé todos los platos de ayer e hice un lavarropas.
Suficientes tareas domésticas para un Domingo.
Decido venirme a la compu y, por
fuerza de costumbre me dirijo a mi dormitorio. Miro la cama, y pienso que
tirada ahí, con la compu encima, soy la perfecta imagen de Mujer Sola como un
Perro Sin Programa en un Domingo Divino. La idea no me seduce demasiado. Miro
hacia afuera y veo que mi azalea estalla de flores, y me percato que asoman los
primeros brotes de los plátanos …
Instalé la reposera en el balcón y ahí
me llevé la compu para escribir. Con este sencillo gesto, que no me insumió más
que desplazarme unos dos metros, ahora he pasado a ser la imagen de Mujer Libre
como un Pájaro que Disfruta a pleno de tarde Preciosa en su Balcón.
Como dije: las cosas no son lo que
son, sino cómo se las vive!
domingo, 23 de agosto de 2015
Una misión de Alta Complejidad
La Gran Dama
tiene que renovar sus documentos. Mi primer error fue sacarle turno para un
Lunes.
“Como que
Lunes, si los Lunes las peluquerías están cerradas – o acaso en ESE LUGAR no me
van a sacar fotos?”
Dentro de todo,
esto es fácilmente subsanable, porque ya estoy acostumbrada a convocarle el
peluquero a domicilio. La parte que no entiendo tanto, es por qué necesita
también manicura y pedicura. Menos mal que estamos en invierno, así zafamos al menos de la depiladora.
Yo pensaba
llevarla en mi auto, pero una vez más omití tomar en cuenta todos los factores
de la ecuación: es más que probable que no haya un estacionamiento exactamente
al lado, en la misma vereda, que el Registro Nacional de las Personas. Dejarla
en la entrada y estacionar yo sola el auto tampoco es una opción, porque tiene
miedo de marearse si se tiene que quedar de pie hasta que yo vuelva.
Considero
entonces la opción taxi. El problema es que no pasan muchos taxis por la puerta
de su casa. Una probable espera de algunos minutos en la vereda, exponiéndose a
eventual frío y/o viento, podría comprometer su salud … ni hablar – Dios no lo
permita!- del garrón que podría llegar a ser si llegara a llover: imposible
garantizar que no la alcancen unas gotas de agua, justo antes de salir para hacer
un trámite, nada menos.
Vamos por el
plan C: un radio taxi será la mejor solución.
“Para la ida. Y
para la vuelta, cuando estemos allá, en la otra punta de Buenos Aires, cómo
pensás conseguir otro taxi para volvernos de inmediato?
(City Tax, por
favor no me falles cuando te llame con el celu!)
Por más que
tengamos turno asignado, me preocupa el tema de la espera.
Le aseguré, le
prometí y le terminé jurando por mis hijos que va a haber abundancia de lugar
para sentarse en el ReNaPer. Si no lo hubiera, con pedir a alguien que le dé un
asiento lo resuelvo. Yo no tengo drama con que se cuelgue de mi brazo para
mayor estabilidad, pero después de un rato se hace como demasiado pesado.
Intento
imaginar el abordaje más conveniente para asistir a una persona que no tolera
quedarse de pie en una fila, pero que jamás se cansa ni se marea cuando se
trata de bailar. Por ahora, lo único que se me ocurre es sugerirle que baile
entonces cuando está en una cola.
Cruzo los dedos
esperando que el trámite sea rápido, que no haga demasiado frío en las oficinas
públicas y también que la calefacción no sea excesiva (nunca se sabe, pero
todos los excesos deben ser malos, no?).
Planifico todo
lo mejor que puedo, y me parece que he tomado en consideración la mayor parte
de los obstáculos que se pueden presentar.
Si algo no sale
como previsto, si surge algún inconveniente, no me quedará otra que articular
un lindo y civilizado “je suis désolée”.
sábado, 22 de agosto de 2015
Experiencias de viaje - diferencias culturales
Cada vez que llego a
Francia, las dos cosas que primero me impresionan son la limpieza y la ausencia
de ruidos molestos.
La limpieza en las
calles probablemente se deba a una combinación de habitantes más cuidadosos y servicios de limpieza mejores que los
nuestros.
La falta de bocinazos,
ok. , allá se multa, y nadie quiere pagar una multa. Se me hace más difícil
encontrar una explicación a por qué casi no se oyen niños llorando ni perros
ladrando … o será que eso también lo multan?
Me divierte mucho el
uso de las expresiones de cortesía, empezando por “pardon”. Te pasan por
encima, te hacen puré para subir rápido al subte, pero aparentemente todo está
bien siempre y cuando vaya acompañado de un “pardon”!
“Je suis désolé/e” es
otro comodín = algo así como “estoy desolado” o más bien “lo lamento
profundamente”. Si no queda más de la baguette que querías comprar, o el tren en el cual querías reservar está completo, es seguro que te ligás un "je suis désolé".
No sirve para un pomo, no resuelve nada, pero pasa mejor, es como que se lo siente más … qué se yo … civilizado?
No sirve para un pomo, no resuelve nada, pero pasa mejor, es como que se lo siente más … qué se yo … civilizado?
El culto al morfi
también tiene lo suyo, y si no me creen, les cuento lo que me pasó cuando me
iba de París:
Estaba pasando los
controles de seguridad en el aeropuerto, cuando me llaman los agentes porque
había una imagen sospechosa dentro de mi valija de mano. Me muestran una sombra
más bien rectangular en la imagen del scanner, y me preguntan qué llevo en la
valija. No tenía idea de qué podía ser el objeto en cuestión, así que abrí la
valija y me puse a buscar. Ahí en el medio, como lo indicaba la imagen (tan
clara como ecografía de los años 80), estaba mi enorme y super cara lata de
paté de foie gras. Se la muestro al buen Señor, con la límpida inocencia de
quien se sabe que no es terrorista, y hete aquí que el hombre se pone a
explicarme que el foie gras entra dentro de la categoría de líquidos y geles …
ergo, no permitido a bordo.
Empecé a explicar que
la tenía clarísima en cuanto a no llevar líquidos, cremas y ni siquiera grandes
cantidades de dentífrico, pero que honestamente jamás se me había ocurrido que
la norma incluyera también al paté. En un rapto de repentina inspiración,
aclaré que había leído las recomendaciones de la línea aérea para hacer el
equipaje, y que ahí aconsejaban no poner objetos de valor en la valija
despachada y llevarlos en equipaje de mano. “Entonces, en qué quedamos?” -
pregunté en mi mejor francés - “de
lejos, de todo lo que llevo, nada es más caro que este maravilloso bloque de
foie gras”.
La respuesta del amable
Galo fue “Señora, vamos a hacer lo siguiente: por esta vez haremos de cuenta
que no vimos nada, pero le pido por favor que me prometa que nunca más va a
llevar paté en su equipaje de mano”.
Le agradecí hasta en
Arameo, recordando con una sonrisa los 9 quesos que traía en el equipaje
despachado …
Estuve ausente mucho tiempo
Demasiado!
Estuve en la tierra de los quesos
y el paté.
Me gusta mucho reencontrarme
con la familia paterna. Yo soy parte
también de todo eso, y me reciben como tal.
Este viaje fue diferente a los
demás, porque llegué acompañada de una
ausencia sin solución.
Hace unos cuantos años que mi
padre había decidido que ya no iba a viajar más a su país. Se despidió de todos
en Francia; emprendió su último viaje hacia Argentina y acá se quedó.
Ahora que ya no está más, me hizo
mucho bien que tantas personas me contaran anécdotas de mi padre de cuando era
más joven.
Era querido y era diferente a
todos los demás. Diferente, original, bicho raro o perro verde … no por nada
sus nietos querían encabezar el aviso fúnebre diciendo “el Marciano volvió a su
planeta de origen”. Me tuve que imponer y explicarles que tampoco la pavada.
Me parece sin embargo que nadie entiende del todo por qué se fue de
su país y armó toda su vida en Argentina.
Yo tampoco lo entendí jamás.
En estas familias en las cuales
muchas cosas no se hablan, a falta de explicaciones de los protagonistas sólo
queda suponer, e intentar comprender como mejor se pueda. Por eso en parte, el
título de este blog. Me interesa exponer y desentrañar La Vérité.
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