sábado, 22 de agosto de 2015

Experiencias de viaje - diferencias culturales

Cada vez que llego a Francia, las dos cosas que primero me impresionan son la limpieza y la ausencia de ruidos molestos.

La limpieza en las calles probablemente se deba a una combinación de habitantes más cuidadosos y  servicios de limpieza mejores que los nuestros.
La falta de bocinazos, ok. , allá se multa, y nadie quiere pagar una multa. Se me hace más difícil encontrar una explicación a por qué casi no se oyen niños llorando ni perros ladrando … o será que eso también lo multan?

Me divierte mucho el uso de las expresiones de cortesía, empezando por “pardon”. Te pasan por encima, te hacen puré para subir rápido al subte, pero aparentemente todo está bien siempre y cuando vaya acompañado de un “pardon”!

“Je suis désolé/e” es otro comodín = algo así como “estoy desolado” o más bien “lo lamento profundamente”. Si no queda más de la baguette que querías comprar, o el tren en el cual querías reservar está completo, es seguro que te ligás un "je suis désolé".
 No sirve para un pomo, no resuelve nada, pero pasa mejor, es como que se lo siente más … qué se yo … civilizado?

El culto al morfi también tiene lo suyo, y si no me creen, les cuento lo que me pasó cuando me iba de París:

Estaba pasando los controles de seguridad en el aeropuerto, cuando me llaman los agentes porque había una imagen sospechosa dentro de mi valija de mano. Me muestran una sombra más bien rectangular en la imagen del scanner, y me preguntan qué llevo en la valija. No tenía idea de qué podía ser el objeto en cuestión, así que abrí la valija y me puse a buscar. Ahí en el medio, como lo indicaba la imagen (tan clara como ecografía de los años 80), estaba mi enorme y super cara lata de paté de foie gras. Se la muestro al buen Señor, con la límpida inocencia de quien se sabe que no es terrorista, y hete aquí que el hombre se pone a explicarme que el foie gras entra dentro de la categoría de líquidos y geles … ergo, no permitido a bordo.

Empecé a explicar que la tenía clarísima en cuanto a no llevar líquidos, cremas y ni siquiera grandes cantidades de dentífrico, pero que honestamente jamás se me había ocurrido que la norma incluyera también al paté. En un rapto de repentina inspiración, aclaré que había leído las recomendaciones de la línea aérea para hacer el equipaje, y que ahí aconsejaban no poner objetos de valor en la valija despachada y llevarlos en equipaje de mano. “Entonces, en qué quedamos?” - pregunté en mi mejor francés -  “de lejos, de todo lo que llevo, nada es más caro que este maravilloso bloque de foie gras”.
La respuesta del amable Galo fue “Señora, vamos a hacer lo siguiente: por esta vez haremos de cuenta que no vimos nada, pero le pido por favor que me prometa que nunca más va a llevar paté en su equipaje de mano”.


Le agradecí hasta en Arameo, recordando con una sonrisa los 9 quesos que traía en el equipaje despachado …

2 comentarios:

  1. jajajajaja muy bueno... no paro de reirme... con todo el blog en general!,,.... tal vez por que conozco a los personajes.... te felicito!!!

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  2. Gracias !!! Si el blog sirve para hacer reír - o al menos sonreír - para mi vale la pena seguir escribiendo.

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