viernes, 17 de junio de 2016

Viajar en avión: seguridad, documentación, y PACIENCIA





Requisitos para entrar a Estados Unidos:  pasaporte con más de 6 meses de vigencia, visa o formulario Esta (según corresponda),  pasaje de retorno,  un kilo de paciencia y la mochila llena de buen humor. Si no cumplís con todos estos requisitos, sabelo: en algún momento la vas a pasar mal.

De más está decir que todos en nuestra flia tenemos pasaporte Europeo, lo cual –teóricamente – nos pone en una cierta superioridad de condiciones respecto de otros pasajeros. No necesitamos visa, eso es cierto. En la práctica, parece que depende del perfil  y de la suerte de cada uno en cada viaje.

El Comité de Bienvenida a las tierras del Tío Sam se compone de una subespecie humana muy especial. 

Ellas tienen la piel negra y el cuerpo talle XL.  Ellos son la prole del Sargento García y/o primos hermanos de Juan Valdéz. Lo que todos tienen en común es la cara de culo. No sonríen ni por equivocación.  Me pregunto si  ser tan amargos  será requisito de contratación, o los entrenan para ser así. En todo caso, si la idea es que sean intimidantes para el pobre extranjero que llega reventado de un largo viaje, lo consiguen a la perfección.

A mí ya me no me hacen demasiado efecto. Mi perfil  (mujer madura que viaja sola, con muchas entradas y salidas en su haber) sospecho que no da demasiado ni de narco ni de terrorista. Mi relación con ellos fue evolucionando en el tiempo igual que con los extraccionistas para los análisis de sangre:  pavor y al borde del desmayo en la juventud, pero con el paso de los años te vas acostumbrando. Respirás hondo y esperás que el mal momento se termine de una buena vez.

Está más que claro que después de los atentados a las Torres Gemelas, viajar en avión implica mayores medidas de seguridad, y nadie más preocupado que los Yanquis para aplicarlas con todo el rigor. En ese sentido, soy super buena alumna, y cuido de no tener elementos corto-punzantes en mi equipaje de mano, jamás un líquido, gel o pasta que supere los 100 cm3, y separo los líquidos de todos los electrónicos en sendas bolsitas Ziploc para ir más rápido en los controles.




En mi primer viaje a USA esta vez, (en total, 3 entradas y salidas), igual logré pifiarla dos veces. La primera fue en Santiago. Me despacharon el equipaje desde Aeroparque hasta Miami. Tenía 6 horas de espera en Santiago y digamos que Pudahuel … no da para tanto. Entonces decidí salir. Hice Migraciones. Expliqué al Sr. de Policía Internacional que NO tenía dirección en Chile porque me iba a almorzar “afuera” y nada más (bueh, el atractivo de fumar unos cuantos puchos al aire libre también contaba!).

Volví con tiempo más que sobrado. Hice todo el tramiterío de salir de Chile, y cuando llegué a la puerta de embarque de mi avión (American Airlines) me extrañó que me dijesen que me confirmaban que tenían mi valija (“menos mal que no me la perdieron en 6 hs” pensé yo). Sonreí  y di las gracias porque no se me ocurría que más decir. Al instante que me iba a instalar en mi asiento, por altavoces del avión pedían al pasajero Miapellido, “identificarse ante la tripulación”. Antes de poder incorporarme, un empleado de tránsito llegaba a mi asiento y me decía “Ahhh, pero es usted! Yo la atendí en la puerta de embarque”.  Y mientras que yo no entendía un pomo de lo que pasaba, agarró su Handy y dijo “38 Charly (mi asiento: 38 C), o.k.. Confirmo que pasajero a bordo”.

Ahí, recién ahí se me hizo la luz:  mientras que mi  valija hacía tránsito  en el Aeropuerto, yo salí del mismo, y esa valija estaba despachada hacia Estados Unidos, nada menos !!! Y si, Señores, yo no elegí despachar la valija directo. Mi valija no almuerza en Le Fournil (un sánguche de salmón que estaba un puema)  ni le interesa fumar unos cigarrillos durante las horas huecas y perdidas en Pudahuel. A la dueña de la valija, sí !!! Así de sencillo. Mil disculpas por los inconvenientes ocasionados, jajajaja.

El segundo strike fue al llegar a Miami. A ver, pónganse en mi lugar: una sale de Buenos Aires en un gélido día de Mayo, vestida de Señora Correcta. Sabés que vas a hacer tránsito en  Meeame con 30 grados … qué hacés? Y sí, me llevé alguna prenda más liviana para cambiarme al llegar. Inspirada por lo que me genera Miami elegí un look más vistoso, me puse algunos brisshhos.

Al pasar un control (otro más!) en el tubo que sopla aire, me llamaron aparte y una mujer policía, con mucho empeño por hacerse comprender y a fuerza de gestos más que elocuentes, me indicó que me iba a tener que palpar. Me preguntó si entendía, y si la autorizaba a tocarme, mientras que me mostraba el dorso de sus manos, enfundadas ellas en guantes descartables.  Y así fue como por primera vez en mi vida una mujer me manoseó las lolas … pero solamente con el dorso de la mano, para que nadie confunda sus intenciones.

Recién cuando me alejaba, todavía pensando en qué cornos se puede sentir con el dorso de la mano, y por qué le interesaban tanto mis gomas (más que discretas por cierto) y no otras partes de mi cuerpo,  me dí cuenta: mi remera flashy, brillosa, Miamesca, tiene una enorme corona … toda ella con incrustaciones de tachas de metal!




Uno de mis hijos, El Menor, tiene mucho menos suerte que yo. Debe ser su perfil: varón joven, soltero, generalmente mal afeitado: presunto candidato a quedarse trabajando de ilegal, terrorista o narco, me imagino.

Cada vez que viaja solo, le toca el número “al azar” (sí, claro - y  yo soy Colón ...) para el interrogatorio en El Cuartito. Una vez que le preguntan veinte veces dónde nació, dónde vive, de qué trabaja, por qué viaja a Estados Unidos y por qué tiene dos pasaportes (como si no supieran lo que es tener dos nacionalidades …), no les queda otra que soltarlo.

En su último viaje iba tranquilo porque viajaba con su novia. Ya hemos notado que no lo suelen jorobar cuando viaja acompañado. Debe ser porque los narco - mulas  y los extremistas no acostumbran volar acompañados por la Novia o la Mami, nocierto?

Sin embargo, tampoco salió indemne esta vez. En cuanto recuperó su valija en Ezeiza, notó que el cierre con candado estaba colocado de manera diferente. Llegó a casa y al abrir el equipaje el revoltijo era mayúsculo. No me pareció nada raro (es un desastre haciendo valijas), pero él insistía que había armado la valija con esmero, para no quedar como un puerco ante su novia.

La explicación apareció metida en medio del despelote. El famoso papelito “hemos debido revisar su equipaje por considerarlo sospechoso”.

La probable presunta droga eran dos paquetes de mezcla para hacer panqueques, los líquidos presuntamente explosivos eran varias botellas de jarabe para los mismos y la” bomba” …. eran dos cacerolas. Entretanto, a fuerza de revolear todo y de cualquier forma, los frascos de tapenade los dejaron colocados de cualquier manera y llegaron rotos. Directo a la basura, porque eran de vidrio.

Pobre hijo mío, los yanquis no saben lo que es ser gourmet. Tengo la fuerte sospecha que jamás volverá a doblar su ropa en una valija … y el papelito de porquería me va a costar a MI, como mínimo, dos horas de planchado.

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