viernes, 1 de enero de 2016

Fin de Año



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Fue un fin de año atípico.

Para empezar, el auto se negó a moverse ya en la noche del 30. Arrancaba bien, pero no avanzaba, como si estuviese puesto el freno de mano.  Ya sabemos que tiene unos cuantos años, pero con lo bien que lo cuido, con todo el cariño que se  le prodiga, parece mentira que el ingrato se decida a hacerse el paralítico horas antes de fin de año!

Nadie pretende encontrar un taller mecánico un 31 de Diciembre, entonces el Menor tuvo la buena idea de pedirle auxilio a su hermano (El Mayor). Por suerte, ellos estaban sobrados de un auto y le prestaron la gran van familiar que tienen y no iban a utilizar.

 El agradecido hermano salvado de tal manera, fue directo a una estación de servicio para cargar nafta. Como siempre suele hacer con mi auto, dijo “lleno, por favor” y nunca más miró el surtidor.  Así, con el dolor de su tarjeta de crédito se enteró que “lleno” en el caso de una van con mucha autonomía significa 70 litros de combustible.

 Estoy segura que el hermano generoso y salvador estará super feliz con tamaño regalo inesperado.

Mi hermano vive muy lejos y no suele pasar las fiestas con nosotros, la parte Porteña de la familia. Pero, siendo que este es el primer Año Nuevo después de la muerte de nuestro padre, me había dicho  que iba a pasar por acá, camino a la casa familiar de La Costa.

Me había anunciado que iba a llegar a las 3 de la tarde. Lo conozco, así que no me sorprendí para nada cuando mi madre me dijo que la habían llamado diciendo que no iban a llegar antes de las 9 de la noche.  En realidad, lo que terminó haciendo fue salir demasiado tarde de su casa, y pasó Buenos Aires de largo y siguió directo hasta la costa. Nada nuevo, nada que sorprenda demasiado.

Ayer a la mañana, mi madre me llamó diciéndome que había recibido una carta de un banco “urgente” y que no entendía nada. Conozco estos tipos de emergencias, así que anulé mis buenas intenciones de pasar por la peluquería para empezar bien el Año Nuevo, y corrí hasta  su casa. Nada. No había nadie. Esperé más de una hora, hasta que llegó. Se había encontrado en la calle con una amiga, y se fueron a tomar un café.

La carta en cuestión era un resumen de cuenta y una especie de folleto deseando Felices Fiestas. “Yo no te dije que era urgente, te dije que si es del banco, podía ser urgente.” 

Volví a casa pasado mediodía, cansada, acalorada y muerta de hambre. El Menor quería almorzar, pero no había nada “como la gente” en casa, y él seguía pálido y al borde del desmayo después de haber dejado un par de días de su sueldo dentro del tanque de combustible de su hermano.

Antes de pensar en comer, me tenía que ocupar del auto. En casa las cocheras son móviles, y tenía que organizarme con mis vecinos para ubicar al traidor en un lugar donde no estorbase el paso de ningún otro.

Hice bajar al garaje a los tres vecinos cuyos autos iba a tener que cambiar de lugar. Mientras que el ingeniero del 3ro discutía con el del 9no sobre probables problemas de circuitos del Peugeot, me subí al auto, le dí arranque, puse primera … y avanzó como si nada ¡!! Cambiamos los autos de lugar de todos modos, y me volví a casa dejando a mis vecinos pensando que estoy loca de remate.

Justo cuando volví, llegaba el delivery con una docena de empanadas a casa. El Menor me había dicho que él se ocupaba del almuerzo.

También tenía 4 mensajes en mi celular y otro tanto en el teléfono fijo.

Mi hermano me  avisaba desde  La Costa que estaban si gas en la casa. Seguía una explicación sobre la corrosión de las mangueras que conectan  los tubos de gas, que ni me molesté en escuchar.

Los amigos que me habían invitado a festejar el Fin de Año con ellos se acababan de pelear y suspendían todos los festejos,

y mi madre quería saber si tenía noticias de mi hermano.

Me comí un par de empanadas con mi hijo. Decidimos no pensar en el auto “hasta el año que viene”.

Me di una ducha.

Fui hasta mi panadería / confitería favorita y me compré 3 locatellis de pavita.

Cuando volví a casa, desenchufé el teléfono de línea y me puse a mandar mensajes de buenos deseos a todos los que me importan. Recibí tarjetas virtuales, mails y la cereza del pastel fue un video lindísimo que me emocionó hasta las lágrimas.

A las doce de la noche estaba desnuda mirando tele en la cama con el ventilador de techo prendido.  Una copa de champagne en la mano y el foie gras  traído de Francia debidamente ajusticiado.

LA PASE GENIAL.



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