Jet lag superado.
Después de ocuparnos de trámites
y menesteres necesarios para instalarnos, estamos listos para empezar a
disfrutar … entiéndase: pensemos, hablemos, discutamos y comentemos el MORFI !!
Cumplimos con la tradición de
empezar por la crêperie cerca de casa. Este ritual es ineludible, porque hasta que no
ataco la primera crêpe complète
(queso emmenthal, jamón y un huevo) mi
estómago y mi cerebro no se convencen que ya estoy en Francia.
Aunque no sea “nutricionalmente
correcto”, hago acopio de comidas congeladas para cuando tengo fiaca de
cocinar. Mucha variedad, y mucho más barato que las opciones que tenemos en
Argentina (“un horror, comer esas porquerías” dicen mis primos). Los entiendo y los respeto, pero no me puedo resistir a la quiche Lorraine
congelada, por una vez que puedo evitar hacerla yo misma!
No me engancho con buscar y
privilegiar los alimentos orgánicos como veo que hacen ellos. Para qué, si
total el 90% de mi ingesta anual no es Francesa y en Argentina no tengo casi
ninguna de esas opciones!
“TENES que comprar pollos de
granja solamente”, me dice una prima muy querida. Creo que le hago caso porque
me daría pena defraudarla. Ya que
estamos, compro siempre los “huevos de gallinas criadas al aire libre”: me causa
gracia.
“Sabés si el salmón chileno es
pescado en el Pacífico o es de criaderos?” me preguntan. No tengo idea.
Averiguo (para qué existe Google?) - y de paso me entero yo – que el salmón chileno es de “granjas ictícolas”, lo
cual no es bueno.
Me paseo mirando las partes de
verdulerías en los super: naranjas de Marruecos, paltas de Perú, bananas de
Camerún y limones Argentinos, carne picada de animales franceses, acá todo
viene con origen declarado. Seguro que los limones Argentinos hicieron más
trámites para entrar a Francia que los que hicimos nosotros para entrar por
Charles de Gaulle.
Qué pasaría si le pregunto a la boliviana que vende en la vereda frente
a mi casa de dónde vienen sus verduras?
Qué me contestaría? … “del
Mercado Central” supongo, no?.
Hace un par de años que vengo
escuchando que no hay que comer nada que contenga aceite de palmera. Realmente
no sé si se trata de la misma planta, pero por las dudas, jamás declaro que me
encantan los palmitos.
El Menor y yo en un supermercado
parecemos un chico al que le dieron rienda libre en una juguetería. Al
changuito van los ineludibles de siempre: jamones varios, una módica selección
de quesos, algún paté, crema de castañas, todo tipo de condimentos (varios de
ellos volverán en nuestras valijas) y ternera en serio: la que tiene aún carne
blanca, la que no hay en Argentina.
Yo no soy demasiado fanática del
pan, él está deslumbrado con las variedades de baguettes.
Cuán lejos estamos del chico que
años atrás me preguntaba si había Mc Donald’s en Francia, “para estar seguro que en Francia iba a poder comer bien” …
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ResponderEliminarsos genial! no me canso de leer... ironica y pragmática! descorcho un malbec como buena argenta y corto algun queso para atesorar genes... y te leo... me encanta!
ResponderEliminarPerdón! Borré por error el otro comentario porque había salido repetido, pero que conste: acá la libertad es un bien supremo y NO se ejerce la censura!
ResponderEliminarNo me voy a cansar de decir gracias! Escribo cada post como quien tira una botella al mar, y cuando te enterás que un mensaje fue leído, y gustó ... indescriptible lo que se siente!