jueves, 30 de abril de 2015

Delirios en un Consorcio sin gas

En un día 30 como hoy, pero hace exactamente 6 meses, Metrogas nos cortó el gas de todo el edificio.

Confieso que no tardé ni un minuto en ponerme furiosa y empezar a putear como loca. Uno de mis hijos, viéndome totalmente sacada me dijo “vieja, tené presente que los dinosaurios desaparecieron porque no supieron adaptarse”.  Recogí el guante. En fin de cuentas, quién quiere ser un dinosaurio? “El chico tiene razón”, pensé  e hice acopio de todo mi optimismo y creatividad para evaluar la situación:

- Agua caliente: quién necesita tanta agua caliente cuando ya llega el verano? Una ducha fría jamás mató a nadie. Cierto que para lavarse el pelo la cosa se complica, pero el lado positivo es que el enjuague con agua fría deja el pelo más brilloso.

- Comida:  Me hice una lista mental de todas las ensaladas completas, variadas y creativas para un verano rebosante de vitaminas y salud … sabiendo de entrada que algún día no quedaría otra que apelar a las pizzas y empanadas.

- Calefacción: No aplica. Quiso la suerte que nos cortaran en gas cuando ya no hacía más frío.

Con el mejor de los humores posible, compré un hornito,  una pava y una cacerola; eléctricos todos ellos. Todavía los estoy pagando. Aprendí  a hacer arroz y puré Chef en el microondas y compartí todos mis descubrimientos culinarios con mis vecinas más queridas.

El festejo de fin de año fue el mayor escollo a superar. Cociné el peceto para el vitel thonné en casa de mi hijo, y me las fui arreglando para hacer de a poco todo el resto. Me insumió una semana, cocinando y congelando todo a medida que lo hacía.

Por más buena voluntad que le puse, confieso que hemos batido récords de consumo de sándwiches, pizzas y empanadas.  

Me convertí en una virtual prisionera en mi propia casa, a merced de los caprichos de obreros que jamás vienen cuando dicen; que entran y salen de tu casa sin parar y que parecen saber cuál es el último lugar que limpiaste, para ir justamente ahí a romper o a ensuciar.

Recordé mi juventud en el campo, lavando a mano durante dos meses, porque ése fue el tiempo que se tomaron en volver a colocar los 40 putos cerámicos que rompieron en el piso de mi cocina.

Fueron 6 meses en los cuales llegué a odiar al gasista matriculado, al electricista, y al albañil que dejó las paredes parecidas a las de Casapueblo, pero sin el ojo artístico de Paéz Vilaró, desgraciadamente.

Más pasaron los meses más empecé a temer que quizás yo era un dinosaurio en fin de cuentas,  y que me extinguiría en vez de adaptarme.

No soy para nada creyente, pero llegó un momento en el cual pensé que quizás … por qué no? … prenderle una vela todas las noches a San Propano???

Y de pronto … luego de una semana de idas y venidas … hoy NOS CONECTARON NUEVAMENTE EL GAS!!!

Fue un desastre, pero ya pasó y NO soy un dinosaurio.


Quisiera terminar con un saludo para el vecino que hizo una denuncia a Metrogas porque le “pareció” que su medidor funcionaba mal. Estimado copropietario: no le quepa duda que todos los integrantes del consorcio nos acordamos de Usted y de su Señora Madre todos los días!

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