viernes, 6 de noviembre de 2015

A morfar se ha dicho!








Valijas desarmadas.

 Jet lag superado.

Después de ocuparnos de trámites y menesteres necesarios para instalarnos, estamos listos para empezar a disfrutar … entiéndase: pensemos, hablemos, discutamos y comentemos el MORFI !!
Cumplimos con la tradición de empezar por la crêperie cerca de casa.  Este ritual es ineludible, porque hasta que no ataco la primera crêpe complète (queso emmenthal, jamón y un huevo)  mi estómago y mi cerebro no se convencen que ya estoy en Francia.

Aunque no sea “nutricionalmente correcto”, hago acopio de comidas congeladas para cuando tengo fiaca de cocinar. Mucha variedad, y mucho más barato que las opciones que tenemos en Argentina (“un horror, comer esas porquerías” dicen mis primos).  Los entiendo y los respeto, pero  no me puedo resistir a la quiche Lorraine congelada, por una vez que puedo evitar hacerla yo misma!
No me engancho con buscar y privilegiar los alimentos orgánicos como veo que hacen ellos. Para qué, si total el 90% de mi ingesta anual no es Francesa y en Argentina no tengo casi ninguna de  esas opciones!

“TENES que comprar pollos de granja solamente”, me dice una prima muy querida. Creo que le hago caso porque me daría pena  defraudarla. Ya que estamos, compro siempre los “huevos de gallinas criadas al aire libre”: me causa gracia.

“Sabés si el salmón chileno es pescado en el Pacífico o es de criaderos?” me preguntan. No tengo idea. Averiguo (para qué existe Google?) - y de paso me entero yo – que el  salmón chileno es de “granjas ictícolas”, lo cual no es bueno.

Me paseo mirando las partes de verdulerías en los super: naranjas de Marruecos, paltas de Perú, bananas de Camerún y limones Argentinos, carne picada de animales franceses, acá todo viene con origen declarado. Seguro que los limones Argentinos hicieron más trámites para entrar a Francia que los que hicimos nosotros para entrar por Charles de Gaulle.

Qué pasaría si le pregunto  a la boliviana que vende en la vereda frente a mi casa de dónde vienen sus verduras?  Qué me contestaría? …  “del Mercado Central” supongo, no?.

Hace un par de años que vengo escuchando que no hay que comer nada que contenga aceite de palmera. Realmente no sé si se trata de la misma planta, pero por las dudas, jamás declaro que me encantan los palmitos.

El Menor y yo en un supermercado parecemos un chico al que le dieron rienda libre en una juguetería. Al changuito van los ineludibles de siempre: jamones varios, una módica selección de quesos, algún paté, crema de castañas, todo tipo de condimentos (varios de ellos volverán en nuestras valijas) y ternera en serio: la que tiene aún carne blanca, la que no hay en Argentina.

Yo no soy demasiado fanática del pan, él está deslumbrado con las variedades de baguettes.


Cuán lejos estamos del chico que años atrás me preguntaba si había Mc Donald’s en Francia, “para estar seguro que en Francia iba a poder comer bien” …


3 comentarios:

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  2. sos genial! no me canso de leer... ironica y pragmática! descorcho un malbec como buena argenta y corto algun queso para atesorar genes... y te leo... me encanta!

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  3. Perdón! Borré por error el otro comentario porque había salido repetido, pero que conste: acá la libertad es un bien supremo y NO se ejerce la censura!

    No me voy a cansar de decir gracias! Escribo cada post como quien tira una botella al mar, y cuando te enterás que un mensaje fue leído, y gustó ... indescriptible lo que se siente!

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